miércoles, 6 de mayo de 2009

La siesta

Jo, menuda siestecita que me está dando. Hoy y los últimos días. Que llora y llora y llora y no hay forma de que se duerma, y la tía se cae de sueño. Vaya tela con los dientecitos!!!!!!! Aquí estoy yo al ladito de su cuna con el portátil encima del cambiador y aprovechando este tiempo muerto para escribir en mi DIARIO DE UNA MEMORIA DE PEZ.

Le he dado su papilla de verdura y pescado, y se la ha comido todita. Luego un petit y también lo ha devorado. La he puesto en la tumbona para que se fuera entreteniendo mientras yo comía pero en cuanto ha visto que me sentaba a comer, ala!!!!! a abrir el buzón todo lo que da!!!!! A berrear como una loca!!!!! Que creo que me ha sentado mal la comida, que estaba cogiendo una cucharada, recogiendo lo que ella iba tirando al suelo (de sus juguetes y el chupete), meciendo la hamaca y haciendo monadas, todo eso a la vez, para ver si se callaba un poquito y me dejaba comer, pero ná de ná. Y es que si me espero a comer después de que ella se duerma la siesta me como el plato de lentejas para la hora de cenar. Que ya son casi las 4 y media y aún estoy aquí dale que te pego.

Y mírala, ahora hay ratitoa que berrea y otros que se pone a dar vueltas y vueltas y a reirse y a gritar y a decir aaaauauauauaaaaabababadadadapapapapaaaaaauauauau!!!!!! Y la miro y se parte el culo la tía!!! Me están dando unas ganas de comérmela... pero esta vez a bocados, no a besos. La verdad es que cuando la miro y se ríe se me quitan todos los males y no puedo evitar reirme yo también.

Creo que voy a dejarla aquí sola en su habitación y que haga lo que quiera. Que si quiere dormir que se duerma, que si quiere jugar que juegue y si quiere llorar que berree. Que tengo la mesa puesta, la cocina empantaná, tengo que recoger la lavadora tendida, doblar la ropa y guardarla y tender la otra lavadora que está a punto de acabar el lavado. Y sobre las 6 o 6 y media he quedado con mis padres en Carrefour, para tomarnos allí un café mientras le damos la merienda y luego a comprarle unos pijamitas para pasar el resto del fresquito, que los que tiene le están ya pequeños y los que más o menos puedo ponerle son afelpados y ya hace calor para que duerma con ellos. Y ya que estoy le echaré un vistazo a las cunas de viaje. Miraré a ver si son seguras para usarlas como parque de juego, porque un parque normal no me cabe en el comedor, y es que ya no puedo dejar a Mireia en la hamaca e irme a otro lado de la casa a hacer algo, que es muy trasto y me pega a veces unos sustos que pá qué. Y mucho menos dejármela en el suelo, que se pone a rular y a rular y a rular y me aparece donde menos me lo espero. Y tengo miedo a que se golpee en algún mueble y se haga daño, que es muy bruta.

Bueno, pues aprovechando que ahora está haciendo pedorretes y dando grititos y pegándole buenos meneos al osito, me voy p'abajo a empezar a currar. Ya veremos lo que tarda en llorar. Seguro que en cuanto abra la puerta. Luego te cuento, querido diario.

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